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El mundo según Páramo

Morro y política

Morro y política

Berlusconi no se lo cree. Ha perdido las elecciones y ese fracaso se lo debe, en gran parte, a sí mismo. Il Cavalieri cometió un error inconmensurable al pretender asegurarse torticeramente el triunfo. Su estrategia exigió un cambio de la ley electoral italiana para hacer posible que en el caso de que el resultado electoral arrojara un corto margen de votos en el Congreso, el bloque más votado obtuviera un premio de 40 diputados que le garantizaría la mayoría absoluta. Tras una recta final de infarto en el escrutinio, en la que muchos periódicos, entre ellos El Mundo (espectacular metedura de pata), atribuyeron la victoria a Berlusconi, llegó el resultado más inesperado: La Unione ganaba por un margen mínimo, pero esa diferencia escueta, al no haber llegado ninguno de los bloques al 55% de los votos, se trocaba en flamante mayoría absoluta. Gracias a la avaricia del bufón que ha gobernado Italia los últimos años . Tanto se ha cerrado las puertas por su avaricia Berlusconi que ese error le ha dejado sin opciones en su última pirueta política: no reconocer los resultados y pedir una ’grossen koalition’ como en Alemania. Algo inútil, dado que allí no hay ’premios’ al más votado que garanticen mayorías absolutas. Pero en Italia, gracias a su brillante estrategia del ’caballo ganador’ Prodi podrá formar gobierno en el Congreso, con una mayoría absoluta derivada de haber obtenido apenas medio punto porcentual más que su adversario.

Lo mismo ha pasado en el Senado. El empeño de que los emigrantes italianos tuvieran oportunidad de votar, loable medida tras la que se escondía la certeza a todas luces errónea de que la orientación de esos votos iba a ser mayoritariamente conservadora, le ha deparado perder también en la cámara alta. Antes de computar los votos de los emigrantes, que tenían asignados doce senadores, Berlusconi y su Forza Italia ganaban en el Senado. De haber seguido así las cosas, Prodi hubiera tenido que pactar o simplemente convocar nuevas elecciones, dado que resulta muy complicado gobernar en Italia si sólo tienes el control de una de las cámaras. Pero llegó el voto emigrante, tan querido por el dueño de Mediaset y dio la mayoría absoluta a Prodi. Como para tirarse de los pelos, si no fuera por que los del magnate son reimplantados.

He leído un interesante artículo de M.A. Bastenier en El País (http://www.elpais.es/articulo/internacional/fin/berlusconeria/elpporint/20060412elpepiint_3/Tes/ ) y me ha sorprendido las similitudes que caben establecer entre este posible final del ’berlusconismo’ y el momento final del ’gilismo’, así como la explicación de por qué semejantes ’outsiders’ pudieron llegar a alcanzar el poder político en sus respectivos ámbitos. Coincido con él que el caso de Berlusconi, al igual que el de Gil en Málaga, debería ser todo un aldabonazo para la conciencia de los políticos tradicionales. Uno y otro son ejemplos de perversión del sistema, pero también de subversión: sus gobiernos respectivos, ilegalidades incluidas, son imposibles sin haber aprovechado al límite las debilidades de ese sistema. En este sentido, y que me perdonen los auténticos hackers, operan como una pareja de piratas informáticos, aprovechando el mínimo resquicio en el ordenamiento legal de sus países, cuando no manipulandolo a su conveniencia, para acceder al nivel deseado y hacerse fuertes allí.

Hacen falta grandes dosis de morro. En cualquier político, no nos engañemos.

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